Desde tiempo inmemorial, los seres humanos se han valido del obsequio para exteriorizar y materializar sentimientos. Con el correr de los años, esta primera motivación ha ido degenerando paulatinamente hasta convertirse en un convencionalismo social, de marcado carácter consumista. Añadámosle a esto el mundo de apariencias que nos rodea, conocido ya por los antiguos griegos como “ MAYA ” (ilusión) y habremos descubierto el verdadero sentido del regalo en la actualidad.
Así las cosas, el repertorio de posibilidades resulta infinito. Hay regalos para todos los gustos y situaciones. Como era de esperar los animales no se han quedado fuera, especialmente los cachorros de perros y gatos . La demanda no hace distingos entre niños y adultos. Por desgracia la solicitud, en muchos casos, es satisfecha sin tomar las debidas precauciones. Y lo que se está regalando es , nada más y nada menos, que una VIDA con mayúscula , una criatura SENSIBLE capaz de ofrecer amistad, alegría, cariño y compañía.
No hay ningún otro presente más valioso que ese y ! cuán irrelevante es para muchos ¡ ¿Cómo es posible que el que lo adquiera irreflexivamente, no acierte a distinguir en esos limpios e inteligentes ojos , algo más que lo que él considera, en sentido peyorativo, un animal ? Tristemente, el resultado de esa miopía mental y psicológica, de esa torpeza emocional, de esa ceguera es previsible: a los pocos meses, cuando empiece a ser molesto , el pobre cachorro, ya crecido, implorará clemencia, sin éxito, desde una perrera, una calle o una carretera. Es el triste destino de esos regalos vivos que nunca debieron hacerse.
De otro lado, una buena parte de esas inocentes víctimas – un 80% aproximadamente – no le han costado nada o muy poco al donante o al adquirente por lo que el hombre que valora sus posesiones terrenales e incluso eternas por su precio, no se lo pensara dos veces . Otra cosa es, cuando el ejemplar vale dinero. Entonces será vendido al mejor postor o cedido a cualquiera que lo desee y carezca de medios para comprarlo, pero sin demasiados requisitos ni comprobaciones por lo que también en las perreras se encuentran ya animales de pura raza.
Hay que decir, en defensa de los que optan por regalar cachorros a sus seres queridos , que es una idea atractiva y tentadora difícil de combatir , más todavía cuando se juega con el factor sorpresa , pero ! cuidado ¡ es imprescindible asegurarse previamente de que será recibido y aceptado convenientemente. La existencia de muchos de estos animales es verdaderamente triste y miserable, precisamente porque no habían sido deseados. Una loable intención puede terminar en un pésimo desenlace.
A título orientativo y a la hora de abordar esa importante decisión, deberíamos tener en cuenta a quienes va destinado el cachorro. Por ejemplo: quizás no es el mejor regalo para los volubles que se cansan rápidamente de las cosas. Ni para los demasiado ocupados. No es el mejor regalo para los que viajan mucho. Tampoco para los comodones que no están dispuestos a sacrificar parte de su comodidad en pro de su compañero perruno o gatuno. Está desaconsejado para los que padecen algún tipo de alergia y desestimado absolutamente para los que conviven con personas que no les agrada relacionarse con animales. En el caso de los niños, hay que descartar la posibilidad de que la petición sea producto de un capricho pasajero, ya que el cachorro crecerá con él y vivirá del orden de 10-12 años, siendo obligación de los padres informarse e informar al pequeño de las obligaciones que su posesión implica, pues se ha demostrado médicamente , que separar al niño del animal una vez establecida la amistad , puede acarrearle traumas difíciles de superar. Es posible que nunca olvide a su amigo desaparecido, ni la actuación paternal al respecto. Así es que..!! ATENCIÓN ¡¡
Repitamos una vez más, aún a riesgo de resultar repetitivos, que un animal no es un objeto inanimado que pueda guardarse en el desván cuando ya no resulta útil o tirarse a la basura cuando se deteriora o envejece. Existen en el mercado centenares de miles de regalos, para contribuir a la felicidad de nuestros allegados, que no llevan implícito la posible desgracia para otro ser vivo. Por ello abstenerse de regalar un animal a todo aquel que no asuma “a priori “la responsabilidad legal y ética de su tenencia, hasta sus últimas consecuencias, porque entre otras muchas cosas, no está preparado para gozar del privilegio de su compañía.
“El amor a los animales es un impulso universal, un espacio común en el que todos podamos encontrarnos. Amando y entendiendo a los animales, tal vez nosotros, los humanos, podamos llegar a entendernos” Dr. Louis Camuti
Emilia Pastor
Presidenta ARCADYS